En medio de los cristales bruto y sin vida del Salar de Atacama, nace esta laguna, de olor penetrante y a 65 km de San Pedro, es la zona de cría de flamencos más accesible de la reserva. Tres de sus cinco especies conocidas se pueden observar, así como frailecillos, fochas y patos. Al amanecer las aves se alimentan y es el mejor momento del día para observarlas.